El 2 de mayo de 2019 nació lo que llamamos Círculo de lecturas feministas en Espacio Cultural Ukulele (hoy Que arda). La gestación del primer encuentro fue breve, impulsiva, (cuestión de unos cuarenta minutos), y esto tuvo que ver con que en este momento se materializaron en un plan aquellas horas de charlas que teníamos hace tiempo entre amigas. En ellas coincidíamos en que nuestra educación formal (en Historia y Filosofía) no nos había nombrado, apenas habíamos visto alguna pensadora, y con esto convergía la necesidad de habitar un espacio de formación feminista.
La propuesta fue leer juntas, compartir diferentes sentires-miradas, reflexionar, tener un acercamiento teórico a pensadoras feministas, y el anhelado espacio de formación. En el primer ciclo, desde mayo a diciembre 2019, leímos a tres autoras de diferentes tiempo-espacio: Simone de Beauvoir, Silvia Federici y María Galindo. La modalidad fue leer en solitario capítulos acordados previamente y luego juntarnos en la fecha establecida para conversar sobre el texto, (aunque muchas veces leímos juntas). Los encuentros fueron cada quince días, el número de participantes fue variado, desde cuatro mujeres hasta quince, pero el espíritu siempre fue continuarlo, y poner énfasis en la importancia de juntarnos aunque fuéramos tres.
De Simone de Beauvoir leímos “El segundo sexo”, pese a las distancia temporal y espacial con la autora nos identificamos con sus planteos, sobre todo en aquello referente a la imposición cultural de lo que es “ser mujer”. con la reveladora frase “mujer no se nace, se hace”, y otras cuestiones como la infancia, el aborto, y un largo etcétera. Luego nos fuimos a Silvia con “Calibán y la bruja”, ya realizando una lectura sobre la acumulación originaria del sistema capitalista y su impacto en los cuerpos de las mujeres. Llegando a Maria incrementamos la complicidad, en un contexto que nos demanda posicionarnos, cuestionar la representación política, y repensar el feminismo que habitamos/ militamos, saber que nuestra lucha no se agota en una agenda de derechos; que hoy más que nunca tenemos que defender nuestros cuerpos y patear contra quienes quieren apropiarse del movimiento para invisibilizarnos.
Es en la praxis que las ideas toman forma y así el círculo se fue construyendo como un espacio de autoconciencia, de reflexiones más íntimas, donde cobró fuerza la idea de que “lo personal es político”.
Algo es claro: en la lectura lo autobiográfico se impone, la mayoría de nuestros intercambios surgieron de lo que nos pasó y nos pasa. Hay una recuperación de la lectura en voz alta emocionada, en el siglo XIX con la aparición de los estados-nación laicos se enseñó a “leer para adentro” justificando que quienes leían en voz alta enfatizaban lo moral-religioso. Leer en voz alta es un placer, muchas de las veces que leíamos se hacía énfasis en aquellas partes que más nos emocionaban o la que estaba leyendo sabía que podía provocar complicidad o una rabia compartida.
Era interesante ver lo que ocurría a nivel intergeneracional, por ejemplo cuando leíamos a Simone, en el tema Aborto, algunas cercanas a los 30 años recordábamos escuchar a nuestras madres hablar de lugares/médicos que hacían abortos clandestinos, otras de métodos naturales y para las adolescentes estas charlas no existían, por haber crecido en un Uruguay con aborto legal. Cuando leíamos a María Galindo surgieron experiencias de momentos de crisis que algunas habían atravesado. Una compañera contaba como en la década del 70 en la crisis económica de la dictadura un grupo de mujeres en Las Piedras se organizaba para darle de comer a sus hijas/os y posteriormente formaba un comedor para las/os niñas/os de la zona. Otra compañera relataba la organización en la época de la crisis del 2002 en Maldonado, donde recogían frutas y verduras de la feria para hacer guisos y mermeladas que repartían entre las vecinas/os.
Brillos en los ojos, risas, tener nuestro espacio de construcción de conocimiento, de respiro en la locura de nuestras vidas cotidianas. Cuando tenemos una idea nos imaginamos todo lo que va a pasar, pero cuando la llevamos adelante por lo general ocurre de maneras inesperadas, sobre todo cuando se construyen espacios que disparan las emociones. Nos detenemos en el disparo de emociones porque creemos que así fue esta experiencia inicialmente, juntarnos, leer, identificarnos, conmovernos, y sentir que no estábamos solas.
El círculo de lecturas es un espacio que se sale del corset de las academias que algunas transitamos, permite que quienes nunca leyeron sobre feminismo tengan un aporte tan enriquecedor como las que vienen leyendo hace tiempo, y otras tantas significaciones. Este espacio trasciende las formaciones académicas, porque allí hablamos de lo que nos pasa a todas como mujeres en un mundo capitalista y patriarcal que todos los días nos violenta.
Este año seguimos con los mismos objetivos, experimentando otras modalidades, e inaugurando nuestro proyecto editorial artesanal. Compartir la palabra, una merienda, la vida cotidiana, la situación política. Hablarnos, escucharnos, escribirnos. Eso es nuestro espacio para los cuales no necesitamos más que acercarnos.
Que arda- Julio, 2020.
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