Fabiana. R – Abril 2020

La solidaridad viene de abajo, desde fuera de casa y es la que sostiene los bordes. Sentires de cuarentena, desde el barrio Kennedy en Maldonado


Desde las primeras semanas de marzo una emergencia sanitaria en medio de una pandemia nos intenta paralizar, nos exhortan a quedarnos en casa (sin importar si hay casa y en qué condiciones), nos alienta a cuidarnos cuando nunca se nos cuida y cuando no siempre se cuenta con las condiciones materiales ni sanitarias para afrontar las medidas de precaución y de sostén. Se pretenden alentar a seguir con la rutina desde casa como si no supieran que las casas no son refugio de nada, sino por el contrario muchas de ellas, terminan siendo cuna de las desigualdades y de las violencias cotidianas más jodidas.

Con una mezcla de sensaciones, me siento afuera y pienso en todos estos años que hace que vivo en Maldonado. Desde el año 95, tengo guardados los mejores momentos vividos en el barrio y también los peores. Estos últimos han sido siempre producto de las desigualdades. El dolor mayor fue la muerte de mi hermano, quien también fue víctima de un sistema atroz que le dio la espalda.

Camino una cuadra por Isabel de Castilla hasta la avenida San Pablo. Justo en la esquina donde se aprecian las grandes mansiones sobre la cancha de golf, se ve una humareda que traspasa las líneas de frontera, y es justamente allí, donde vecines del barrio están cocinando la olla que sale a las 12 de todos los medio días, de lunes a sábados. Olla que se pusieron al hombro procurando donaciones de todo tipo,  poniendo una caja afuera, donde cada vecinx aporta lo que puede. El panadero que trabaja desde su casa, aporta el pan en cada almuerzo, trabajadores paradxs se organizan para hacer llegar alimentos. María trae dos panes caseros envueltos en un repasador, lleva 6 viandas, para ella y sus 5 hijxs. Uno de ellos,  el más grande, trabaja en la carnicería del barrio, es menor de edad pero le dan changa. Y junto con ella, es el principal sostén del hogar en estos momentos.

Quedate en casa dicen pero en el barrio decidimos salir para procurar el sostenimiento de la vida: hacer la cola para la olla, salir a realizar changas, salir a dar un abrazo a la vecina que está depresiva, salir a generar redes de apoyo colectivas.

La semana pasada en medio de esta situación, nos vimos amenazadxs por una alerta naranja. Los techos de muchas casas se volaron, se desclavaron, se inundaron hogares, mientras que en la acera de enfrente estas mansiones vacías, sin gente, con luces prendidas, nos veían por sus cámaras de video vigilancia.

Quedate en casa dicen pero salimos a conseguir materiales para arreglar los ranchos.

Quedate en casa dicen pero Lorena termina yéndose sin rumbo porque no aguanta más la violencia machista.

Quedate en casa dicen pero Juanita tiene que salir a ver si agarra internet en la casa de al lado para mandar los deberes de la escuela o buscar un lugar donde estar tranquila para hacerlos.

Quedate en casa dicen pero una compa lleva de apuro a Graciela a parir al hospital, ubicado a 6 km, con otras vecinas que van sabiendo los piques para estar preparadas por si nace en el auto.

Quedate en casa dicen pero junto con compañeras decidimos habitar el espacio de la merienda feminista, todos los fines de semana, para acompañar a las vecinas más precarizadas que están necesitando una mano.

Quedate en casa dicen pero se aumenta la cantidad de militarización en las calles.

Quedate en casa dicen y  todo un mega operativo policial está listo para rodear los barrios pobres.

Vemos pasearse en sus camionetas (de todo tamaño, de todo color) a las fuerzas de choque geo, republicana, con grandes escopetas y atuendos de guerra. Pasan en combis gigantes de puertas abiertas, apuntando al barrio. Detrás una delegación de motocross de respaldo por si acaso… ¿Acaso? ¿Acaso andan repartiendo viandas o dando un chocolate caliente? ¿Acaso andarán arrimando alguna vecina a buscar la comida a los comedores de la escuela o dando una mano con la gurisada? ¿andarán por llevar a buscar la canasta? (esa que se promete a diario) ¿o quizás dando una mano a la gente en situación de calle que espera afuera de un refugio saturado? o ¿ estarán brindando ayuda alguna, a quienes se les voló el techo con el último temporal?

Nada de esto sucede, ya lo sabemos. El barrio tiene memoria y tiene muy latente lo que pasa en estos tiempos, donde la precarización y la violencia policial aumenta. Las hemos vivido y sabemos quiénes son las personas que más se joden, también quienes se benefician…Por eso, mientras el estado intenta aislarnos y elige mandar a reprimir a les más jodidxs, otres también jodidxs, son quienes están y estaremos habitando los espacios de solidaridad, poniendo en el centro la vida,  metiendo cuerpo y corazón en medio de tanto circo injusto. Sépanlo.